Al terminar tu camino ...
'Lugar de espiritualidad
San Francisco de Asís'

“El verdadero camino consiste en descubrir las raíces del ser”.

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RECUERDOS Y EMOCIONES DE UN HOSPITALERO

Testimonio de Alfonso. Verano 2006.

En el verano del 2006 tuve la oportunidad de ser hospitalero voluntario en Santiago de Compostela, en el Convento de San Francisco. Este proyecto de acogida se llama “Hogar de espiritualidad San Francisco de Asís”, ya que en realidad no es un albergue más para peregrinos, como hay muchos a lo largo del Camino, sino un espacio de paz y espiritualidad donde se pueda producir el encuentro fraterno con la Humanidad, de cualquier procedencia; un espacio donde se pueda valorar el verdadero sentido de ser peregrinos.

Para mí ha sido la primera experiencia como hospitalero, después de haber sido varias veces peregrino recorriendo diferentes rutas de Camino hacia Santiago. Y estoy feliz de haberla podido hacer en un lugar así. Recuerdo que cuando caminaba como peregrino era este tipo de acogida fraternas lo que más me gustaba, lo que más me enriquecía, humanamente e interiormente. Es un gozo saber que ahora en Santiago también existe una acogida así; es un placer encontrarla al alcanzar la meta tan ansiada, deseada y soñada durante un largo camino. Pero quiero volver un paso atrás: ¿Cómo supe de la existencia de este proyecto de acogida?, ¿Cómo nació en mi corazón la idea de colaborar como hospitalero (con mi pequeña aportación) en la acogida peregrinos?

En el año 2005 llegué a Santiago finalizando mi último camino. Conocí al franciscano Fray Paco que es el responsable y el que ha querido realizar la acogida peregrinos en el convento. Conocer a una persona como Fray Paco es un gran regalo de Dios, no puede no dejarte una huella en el corazón; es todo bondad, ternura, amor, generosidad, firmeza y muchas cosas más. Y te escucha: ¿Cuántas veces sabemos dedicamos tiempo de escucha cuando los demás nos piden ayuda y comprensión? Una vez le oí decir que a veces las personas que encontramos en el camino de nuestras vidas son como ángeles que ayudan y alivian nuestro andar... Creo que es verdad, para mí ha sido así. Le estaré eternamente agradecido por el don de su amistad, por ser mi maestro de humildad.

Fue charlando con Fray Paco cuando él me habló del “Hogar de espiritualidad San Francisco de Asís”. Así que me gustó la idea y me planteé el ser hospitalero por una temporada. Sin duda, ha sido una experiencia muy fuerte, intensa, humanamente e interiormente, donde he podido aprender muchas enseñanzas de vida, donde he podido aprender lecciones para mejorar mis defectos, mis carencias, mis errores. Siempre hay que aprender en la vida, siempre posicionándonos con humildad ante los acontecimientos. Vivir la acogida de peregrinos ha sido un viaje de vuelta a mi corazón. He disfrutado de la posibilidad de empaparme del espíritu franciscano hecho de sencillez, humildad, generosidad, perfecta alegría...y de vivirlo.

Creo, y lo he sentido de verdad en mi corazón, que para vivir plenamente y con más felicidad éstas son las virtudes que hay que buscar. Y el contacto con los peregrinos, con personas tan diferentes pero unidas por un sentido de búsqueda, me ha confirmado que este es el verdadero camino para alcanzarla. He aprendido mejor que en una sociedad que nos hace creer que para ser felices hay que poseer siempre más cosas o tener poder, lo que importa verdaderamente es comprender cómo somos interiormente, cómo crecemos en nuestra capacidad de amar, de hablar con el corazón, de hacer todo mejor, también las cosas más sencillas, y saber tener fe. Los pequeños problemas que puedo haber vivido han sido sin duda vencidos por todo el bueno que he “respirado”. Como hospitalero nunca habría pensado vivir (como ocurre entre peregrinos que caminan juntos por mucho tiempo) despedidas tan intensas, hasta las lágrimas, con peregrinos que habían pasado por “el hogar” dejándote algo especial con su cariño, confianza, historias de vida...

Pero, sin duda, en opinión de todos (y mía también ya que tuve la suerte de vivirlo cada día de mi estancia en el convento), el momento cumbre de cada jornada en la acogida fue (y es) la sencilla y profunda oración nocturna que Fray Paco ofrece cada noche a los peregrinos que se hallan en ese momento. Es una oración por la paz y universal, creo no sólo para los cristianos sino abierta a todas las personas de buena voluntad y en búsqueda de un sentido.

Durante la oración, donde se alternan momentos hablados con otros musicales, la gente se siente partícipe de una Humanidad que aún, y siempre, puede creer en la esperanza y que es posible ser constructores de paz. En la tranquilidad de la capilla del convento se puede saborear la hermosura de un silencio que raramente el hombre/la mujer de hoy sabe gustar y vivir; y el silencio nos permite volver a las raíces de nuestro corazón para poder escuchar nuestra voz interior.

Personalmente, en este espacio de reflexión, he comprendido que cada uno de nosotros, como la Humanidad entera, estamos “hambrientos” de paz, de amor verdadero, sin intereses, que todo da sin esperar nada a cambio, de respeto entre los pueblos; y creo que vivir esta sensación hace posible que los peregrinos que pasan por la acogida franciscana se vayan conmovidos a la hora de la despedida, y felices interiormente por la paz vivida y compartida fraternamente con los demás... Esa paz, que cada noche Fray Paco invita a expresar intensamente, a través de un signo, un abrazo fraterno entre todos los peregrinos presentes en ese momento; cada noche, en el “Hogar de espiritualidad San Francisco de Asís”, una pequeña representación del mundo se abraza en el nombre de la paz, más allá de las diferencias culturales. Cada noche esta pequeña Humanidad realiza la paz entre los pueblos. Esa paz de la cual tanto hablaban Jesús de Nazaret y Francisco de Asís. Políticos y poderosos (?!?) de la tierra, creo que podríais aprender mucho participando en uno solo de estos encuentros...

Me gustaría compartir con todos unas frases que me escribió Fray Paco y que me hacen reflexionar mucho, que cada uno puede interpretar para su propia vida:

“Existe un camino ignoto que sólo tú debes recorrer. Es el camino de tu corazón. Allí mismo en donde habita la felicidad: Dios mismo. La humildad es el camino de la paz. Volver a las raíces del ser es una forma de acercarnos a esa felicidad”.

Muchos peregrinos escriben en el cuaderno de la acogida que, sin esperarlo, en San Francisco encontraron el momento más emotivo, intenso y espiritual de sus caminos hacia Santiago (alguien se atrevió a decir que más que en la misma catedral de Santiago); yo también me uno a ellos para expresar el mismo sentimiento, y si me lo permites me sale espontánea una definición: “Hogar de espiritualidad San Francisco de Asís, lugar de paz, amor y conversión”.

Gracias a Dios, a Fray Paco y a los franciscanos por haber permitido la existencia de esta acogida para peregrinos. Ahora la cosmopolita Santiago de Compostela es un lugar más rico, y cada uno volviendo a su casa tendrá en su corazón el recuerdo de la Compostela del Alma. Caminando el peregrino descubre que la vida misma es un camino, que lo más decisivo es desarrollar un camino interior; como me han dicho, Santiago es la meta y, al mismo tiempo, el inicio de una nueva vida.

Con gran agradecimiento y humildemente, un peregrino de la vida.

Alfonso Curatolo. Italia.

Voluntariado Franciscano para la acogida de peregrinos/as

 

Bendición de San Francisco de Asís

El Señor te bendiga
y te guarde;
te muestre su faz
y tenga misericordia de ti.
Vuelva a ti su rostro
y te conceda la paz.
El Señor te bendiga,
hermano León.

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

 

@ Hogar de espiritualidad 'San Francisco de Asís'. Todos los derechos compartidos. 2006