Una de las dudas de Francisco de Asís era si debía dedicarse a la oración para salvar su propia alma, o a la predicación para anunciar el Amor de Dios. A través de Fr. Rufino y de la Hermana Clara le llegó la misma respuesta: No es para nosotros mismos para lo que estamos en esta misión sino para anunciar por montes y caminos, por ciudades y desiertos que Dios está aquí y nos ama.
Si se pierde lo que se retiene
y se gana sólo lo que se da...
dejémonos llevar