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TIEMPO DE ESPERANZA

El adviento es por definición el tiempo litúrgico con el que iniciamos un nuevo año, o ciclo, desde la perspectiva de las celebraciones de la Iglesia. A lo largo de cuatro domingos, simbolizados en cada una de las cuatro velas que componen la, así llamada, “corona de adviento”, nos preparamos a fondo para las ya cercanas celebraciones de la Navidad, memorial y actualización de un acontecimiento que cambiaría los signos de los tiempos: el nacimiento del Salvador revestido de nuestra carne.

Iniciando este ciclo C el protagonismo lo adquiere el Evangelio según san Lucas, que es conocido también como el “Evangelio de la misericordia”, porque de los cuatro textos canónicos homónimos es el que mejor refleja el rostro misericordioso de Dios a través de la actitud de Jesús: su cercanía a los más desvalidos, a los empobrecidos por el sistema, a los enfermos, en suma, a los “pobres de Yahvé”.

Tres figuras esenciales representan la actitud básica de este tiempo: la espera esperanzada. Una de ellas representa al Antiguo Testamento: el profeta Isaías. Otra es la representación de un tiempo intermedio entre los dos testamentos: Juan “el bautista”. Y una tercera es la viva imagen neotestamentaria de la esperanza cumplida: María de Nazaret. Toda una pedagogía de fe puesta al servicio de nuestro crecimiento y maduración humana y religiosa. Claro que en esto, como en otras muchas cosas, nadamos contracorriente puesto que la sociedad de consumo ya ha “creado” y puesto en servicio su propia “navidad” que no sabe de advientos dilatorios; el mercado es el mercado.

En fin, signos de los tiempos que como siempre no han de desesperarnos, todo lo contrario. Será Navidad de veras si disponemos el “belén” en nuestra vida, en nuestro corazón. Si nace Jesús lo hará no porque se pongan a la venta en los comercios figuritas de cerámica para nuestros belenes sino porque, en nuestra actitud, su mensaje se sigue cumpliendo: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Por eso el adviento es un tiempo para prepararnos para la lucha justa y solidaria por el bien de la Humanidad. Así que nada de dormirnos en los laureles. La Navidad, la verdadera, está a la vuelta de la esquina y tan sólo será real si así lo decidimos quienes hemos de comprometernos ahora mismo a favor de la causa del bien, como Jesús hizo en su tiempo. “La Esperanza se ha encarnado… Cristo es nuestra Esperanza por ser el vencedor sobre el fracaso, la palabra final de Dios al hombre” (Bernhard Häring) ¡Feliz adviento! ¡Marana tha!