La vida es bella ...
Reflexiones sobre la vida diaria para la gente de a pie.

El otoño de la vida
Hermano lobo
La Sabiduría de la humildad
La Ciencia de la Paz

Paco Castro ofm . contacto

POR UNA CULTURA DE LA PAZ 15.10.2006

Los medios de comunicación social nos alertan con frecuencia de los horrores de la guerra, que es como una terrorífica plaga que asola a una gran porción de la Humanidad. Pero a estas guerras bélicas, tan antiguas como la historia misma del mundo, se suman en la actualidad otras formas de violencia que ya damos en calificar como “domésticas”. Y casi nos vamos acostumbrando a levantarnos cada día con una nueva noticia de malos tratos o de agresiones en el marco de la familia, del colegio, o del instituto. Nos rasgamos entonces las vestiduras pensando para nuestros adentros: ¿cómo es posible?

Habría que hacer un análisis en profundidad, precisamente porque las consecuencias desatadas por la violencia son funestas para las personas y los pueblos. Pero antes que nada habría que crear y motivar una cultura de paz basada en valores humanos sólidos que sustenten una vida en toda su dignidad. Y en esta tarea el Evangelio nos puede ayudar y ofrecer un poco de luz. Querer relegar la fe al ámbito de lo privado, a una cuestión meramente personal de convicciones o ideología, es rechazar una ética fundamentada en el amor, la paz, la mansedumbre, la bondad, la acción solidaria…

San Francisco de Asís, hombre evangélico, sabía perfectamente que la clave para la felicidad, para el verdadero progreso, radica en la capacidad de amar, de abrirse a lo positivo de la vida sin complejos ni prejuicios. Él decidió optar por la pobreza evangélica como una forma de evitar violencias innecesarias. Su renuncia a los bienes materiales estaba justificada en su libertad interior, en no sujetarse a nada, no ser esclavizado por nada, no parapetarse en bienes que te van a quitar la paz y que vas a tener que defender. Es cierto que para vivir de este modo hay que tener una gran libertad interior. Francisco la tenía, y si todos lográsemos alcanzarla estoy convencido de que este mundo sería más justo y fraterno, porque estaríamos más abiertos al don de los demás y a hacer el bien. Apostemos por una cultura de la paz: su fruto será la felicidad