CONTEMPLACIÓN ACTIVA 29.10.2006

La vida es un reto constante, una aventura, un camino que hay que recorrer y en el que de vez en cuando nos sentimos perdidos. Pero lo verdaderamente decisivo de la vida no son las circunstancias mismas, por duras y hasta trágicas que puedan llegar a ser, sino el cómo nos situemos ante las mismas, el cómo las asumamos. Es cierto que la sociedad tiende a imponer un ritmo acelerado, que todo se hace complicado, que o te subes al tren o el tren se va y te deja en tierra. Es cierto que la vida puede llegar a ser tremendamente exigente, pero en gran parte casi todo depende de cómo lo mires, bajo qué prisma o perspectiva.

La Madre Teresa de Calcuta es hoy admirada por su ingente labor al servicio de los más desfavorecidos. Su huella de bondad ha quedado ya registrada en la historia de la Humanidad. Ella ha sabido ir al corazón del sufrimiento para poner un poco de paz, de ternura, de cariño. Pero su acción -ella lo tenía muy claro- estaba sustentada por la fuerza de la oración. De hecho solía decir a sus Hermanas que tenían que ser contemplativas en la acción. Entregadas al servicio de los demás como expresión misma de su fe, de una fe que se alimenta en la oración, en la contemplación.

La contemplación es una actitud ante la vida. Es mirar la vida misma con otros ojos, o con otra mirada, siendo capaces de desentrañar el misterio mismo. No hay que hacer grandes alardes místicos. Se trata de ver con el corazón, con la luz de la fe, dando un sentido trascendente a quienes somos y lo que nos acaece. Trata de mirar de modo distinto, verás nuevos aspectos de la vida, de tu vida, que hasta ahora te pasaban desapercibidos. Contemplar es otra forma de ver, de sentir, de experimentar, de amar.