MÁS QUE UN MITO 26.11. 2006

Hablar de la Madre Teresa de Calcuta es apelar de inmediato a un personaje que sin duda ha dejado una huella imborrable no sólo en la Iglesia, de puertas adentro, sino también extramuros, en la medida en que ella, su opción radical por los más desfavorecidos, ha sido reconocida mundialmente. Pero a día de hoy, casi diez años después de su tránsito, corremos el riesgo, en esta sociedad de los medios de comunicación, de convertirla en un mito que como aquellos antiguos mitos griegos clásicos goce de fama pero que se quede simplemente en eso, en una referencia poco más o menos nominal que poco o nada nos dice de la vida.

La Madre Teresa ha sido, una vez más, la plasmación real de que el Evangelio es compromiso solidario con los desheredados, con las personas que no cuentan para en el mundo de los poderosos, que no cuentan salvo para ser explotados. Su opción radical por Jesucristo la ha llevado a entregar su vida a la causa del amor, un amor que se transforma en bien sin exclusiones. Y su impulso de fe se perpetúa en las diversas familias religiosas que ha fundado o inspirado, y en todas las personas voluntarias que se adhieren de una u otra manera a su misión: ser testigos del amor de Dios en medio de la miseria y de situaciones dramáticas de abandono. Gracias a Dios, Teresa es más que un mito, es una apuesta por el Evangelio en medio del corazón de la miseria. Si tratásemos de vivir con su estilo, siquiera un poco, este mundo sería distinto. Como ella decía, mientras algunas personas discursean acerca de las causas de la miseria, otras (sus Hermanas, por ejemplo) tienen muy claro que hay alguien que sufre las consecuencias de esas causas y que hay que ayudarle. Amor, fe, hecha servicio, al estilo de Jesús.