El secreto de la felicidad según Francisco de Asís

Un día de primavera cuando ya eran una docena de hermanos Francisco se presentó ante el Papa para pedirle la bendición para su forma de vida:

Cardenal al Papa: Son ermitaños de Asís, su líder es Francisco, sólo se trata de la bendición de su Santidad para complacer al obispo Guido.

Francisco: “Santidad, me he fijado en los pájaros del aire, no siembran, tampoco siegan, no almacenan nada; no obstante, nuestro Padre Celestial los alimenta, ¿Hay alguien entre vosotros que por mucho que lo desee pueda alargar su vida un minuto o pueda añadir un centímetro a su estatura?, ¿Por qué ese apego a las riquezas?, ¡mirad los lirios que crecen en el campo, no trabajan ni tejen y ni siquiera Salomón en todo su esplendor pudo engalanarse como uno de ellos!. ¡Qué poca fe tenéis!. Os decís ¿Qué vamos a comer?, ¿Qué vamos a beber?, ¿Qué nos vamos a poner?, cuando esas cosas deben preocupar a los paganos, no a vosotros. Pensad en el Reino de Dios y en su justicia antes que en ninguna otra cosa y todos lo demás os parecerá sin valor”.

Cardenal : “¡Como se atreve a predicarnos el evangelio!!”

Francisco: “No almacenéis vuestro tesoro en la tierra donde hay herrumbre y polillas que lo devoran, donde pueden robarlo los ladrones; atesorad vuestro tesoro en los cielos donde no hay herrumbre, ni polilla, ni ladrones que lo roben; apartad vuestras riquezas; lo que cuenta es el corazón, solamente el corazón…”

Los cardenales que acompañan al Papa quedan asombrados de que un harapiento penitente se atreva a decir al Papa estas cosas: “¡Fuera!!, ¡fuera!!, ¡llamad a la guardia, es un blasfemo!!!”

Francisco: (mientras es llevado del brazo por un guardia hacia fuera: “¡qué poca fe tenéis!, Ningún hombre puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará a otro, o mostrara su aprecio por uno y su desprecio por otro, no se puede servir a Dios y al dinero”.

Cardenal: “ Santidad, lo siento, perdonad este ultraje, nos habían informado mal; se nos dio a entender que se trataba de un humilde grupo de ermitaños. ¿Suspendemos la audiencia? ¿Desea retirarse Su Santidad?”.

Unos segundos de silencio, el papa está como absorto, está teniendo un sueño… y de repente despierta y grita:

Papa: ¿dónde está?

Cardenal : ¿Quién? Santidad .

Papa: ¿Donde está ese hombre?

Cardenal . Nuestra guardia lo ha detenido!!

Papa: Llamadlo, traedlo aquí, ¡inmediatamente!!

Francisco entra humilde ante el Papa y se arrodilla.

Papa “¿qué queréis de nos?”

Francisco: “a menudo he observado a las alondras en el campo, cerca de mi hogar, ¡son tan humildes que necesitan sólo de agua y unas cuantas fresas para vivir y remontarse a los cielos!; un día empecé a pensar que también podríamos ser felices si nos contentáramos con tan poco como las alondras, vivir como ellas viven, cantando y dando gracias al Señor que nos ha creado. Y por eso hemos venido a Roma para pedir vuestro consejo”.

Papa: “¿Qué consejo puedo daros?, ¡mi joven hermano¡ Dios os ha dado el regalo más preciado: la gracia de acercaros a él por medio de sus criaturas. ¿Qué más puedo daros?”.

Francisco: “ La gente sencilla nos confunde, quizás hemos cometido errores. Esto es lo que queremos saber ¿no es posible, Santo Padre, vivir según las enseñanzas de Nuestro Señor?, ¿o hemos pecado por presunción? Si es así nos gustaría que Vuestra Santidad nos indicase el camino que debemos seguir a partir de ahora”.

Papa: “Mi querido hijo, los errores pueden perdonarse, en nuestra obsesión por el pecado original con frecuencia olvidamos la inocencia original, no permitáis que eso os suceda a vosotros. Me habéis traído, mis queridos hijos, un poco de alegría y un poco de tristeza; Yo también empecé mi vocación hace tiempo de modo parecido al vuestro. Pero con el tiempo todo ese entusiasmo va pasando y las responsabilidades del gobierno de la Iglesia se han apoderado de mí, como veis.

Y… ¿qué será de aquellos que os sigan, ¿habéis pensado en ello?”

Francisco: “Pero si esto es verdad para nosotros, ¿por qué no podrá serlo también para ellos?”.

Papa: ”¡Francisco!, ¡id en nombre de Nuestro Señor!, predicad la verdad a todos los hombres, que vuestros discípulos se multipliquen por miles. Que el Señor sea con vosotros, en vuestras manos y en vuestros pies”.

(Película Hermano sol, hermana Luna")