VIDA DE ISABEL DE HUNGRÍA representada por niños. A Coruña
Su fiesta se celebra el 17 de Noviembre. Patrona de la Tercera Orden Franciscana
Para que luego digan que Dios no se preocupa de los pobres.

Este archivo contiene: 1.- Teatro para representar 2.- Guión para el triduo

Oh Isabel,qué gran noticia, si los pobres tuviesen más como vos
instrumentos de paz y de pan, el mundo vería que existe Dios.

PERSONAJES:
Narrador. Rey Andreas. Su esposa Gertrudis. Sirviente. Luis. Isabel. Gutta. Insertrudis. Mayordomo. Tres pobres. Fraile. Vecina.



ACTO I. FAMILIA REAL ENTORNO A UNA MESA. En el Castillo de Presburgo. Hungría)

Narrador: Estamos en el siglo XIII, en un castillo de Presburgo, en el Reino de Hungría.Sentados a la mesa están Andreas II, rey de Hungría, Gertrudis, su esposa, e Isabel, como de 7 años

AndreasII: Estoy preocupado, Gertrudis, en el pueblo hay muchas necesidades, y los barones me están presionando excesivamente para favorecer sus intereses; si les hago caso a ellos, sé que voy contra la ley de Dios, pero si no les hago caso, Ellos se opondrán a todas mis decisiones.

Gertrudis: Quizás debas hablarles de Dios, ellos también necesitan conocer la ley de Dios; si la conociesen quizás no ambicionasen tanta riqueza y tantos favores del rey.

Andreas II: Oh Gertrudis, tú sigues tan inocente como esta niña, piensas que todo el mundo es bueno como lo eres tú, y te olvidas de que ahí fuera solo hay lobos hambrientos, no quieren oir hablar del evangelio, quieren botines de guerra, riquezas, sólo piensan en tener más tierras, no les importa la paz. Incluso los pobres, también son ambiciosos, les interesa el evangelio porque tú les das de comer, pero no por otra cosa.

Gertrudis: (como asustada) Oh Andreas, me asusta un mundo así. No quiero creerte, Si a ti te resulta tan difícil gobernar a tu pueblo, ¿qué será el día de mañana, cuando tengas que dejarle el Reino a tu hija?

Andreas: Isabel es fuerte, aún es inocente como su madre, pero yo le enseñaré a ser una mujer fuerte y le enseñaré a tratar con unos y con otros. Y Dios le ha de dar sabiduría para llevar a cabo su tarea.
Ah! por cierto, debemos pensar ya sobre su futuro. He recibido un mensaje de los duques de Turingia, Nos piden la mano de Isabel para su hijo heredero, que si no recuerdo mal se llama ...ummm Luis

Gertrudis: Silencio! Silencio!. ¿Qué ruidos son esos? ¿Quién grita de esa manera?

Andreas: Son ellos, Son los barones. Vienen contra mí. Que los sirvientes digan que no estoy. Mañana, cuando salga el sol les dedicaré mi atención.
(Gertrudis se levanta y sale fuera)

Andreas: Gertrudis ¿dónde vas?, no salgas!!!, que salgan los sirvientes a decir que no estoy.

(un momento de silencio...)

Andreas: ¿Gertrudis, porqué tardas tanto?. Isabel espera aquí, voy a ver dónde ha ido tu madre.

(En ese mismo momento entra un sirviente).

Sirviente: Señor, debo deciros, Señor, tranquilizaos,, ha ocurrido algo, algo terrible.

Andreas:Habla sirviente!!!

Sirviente: Quiso hablar con ellos, les dijo que el evangelio hablaba de igualdad entre todos, que los pobres tambien tenían sus derechos... (Como llorando) No le dió tiempo a más. Han matado a la Reina

Andreas: (un segundo de silencio como no pudiendo hablar) Desde ahora mísmo, todos los barones son enemigos de Hungría. Declaro la guerra contra ellos. (Y se retira a llorar)


ACTO 2.________________

Narrador: La princesa Isabel tenía 7 años cuando su madre, Gertrudis fue muerta en el trascurso de una revuelta de los barones húngaros contra el rey. Dos años después muere el rey, por lo que quedó huerfana y sóla. Por razones de compromiso de estado, Isabel es llevada a Alemania, ya que los duques de Turingia han puesto en ella los ojos para futura esposa de su hijo heredero Luis, en cuya corte continúa su educación.
En 1220, nombrado ya duque, Luis contrae matrimonio con Isabel. El tiene 19 años, ella tiene 14 años. Isabel se convierte así en una de las más altas señoras de la nobleza germana. Fue feliz en su matrimonio, del que tuvo tres hijos..

Luis: Isabel, El Papa ha hecho una petición especial a todos los príncipes cristianos, necesita ejércitos para rescatar la Tierra Santa de Jerusalén, Debo ir, por mi honor, a las Cruzadas junto a los otros príncipes germanos. Quizás tarde meses en volver, quédate con los niños y no te preocupes por nada más, dejo todos los trabajos en buenas manos. Si necesitas algo pídeselo a Walter, nuestro más fiel sirviente.

(A las doncellas) Gutta, Insertrudis, no la dejéis nunca sóla, estad atenta a todo lo que necesite. Y tened cuidado de los niños.

Isabel: Luis, no deseo que vayas, nunca estás en casa, los niños son pequeños, casi no ves crecer a tus hijos. Es bueno que luches por nuestro pais y por nuestra Iglesia pero también debes estar cerca de tus hijos, de tu pueblo. Tengo miedo que te pase algo. Vuelve cuanto antes. Dios vaya contigo.

(Luis se va, Isabel queda en conversación con sus doncellas)

Isabel: Gutta, ve a la plaza de la ciudad y dí a los pobres que hoy no vengan, que lo dejen para mañana, me encuentro un poco triste, Coge pan y mantequilla y llévasela tú misma hasta ellos. No quiero que vengan y me vean llorar.

Gutta: Señora, no puedo obedeceros, El duque, vuestro esposo, me ha ordenado no separarme de vos, está muy preocupado por vuestro embarazo; si se entera que os he dejado sóla me separará de vuestro servicio. Por favor Señora, no me pidáis eso.

Isabel: Escoge pues una señora que trasmita ese mensaje a los pobres, y vosotras preparad la capilla del castillo, mañana empieza la cuaresma y se ha de notar. He de irme a descansar.


AL DIA SIGUIENTE.___________________

(el mayordomo va de un lado al otro,. Un segundo y vuelve al lado contrario. Allí está Insertrudis y hace como que habla algo con ella)
Insertrudis: aún es muy pronto, los pobres pueden esperar, la duquesa está cansada. Dígales que vuelvan más tarde.
Isabel: No, no les digas nada, Ya he descansado demasiado. Dejad la puerta abierta.
Gutta: Señora, no debiérais, apenas habéis comido en dos días y habéis trasnochado demasiado. Tanta oración perjudica vuestra salud.
Isabel: Gutta, acercame las viandas de mi mesa hasta las escaleras del castillo.

(Isabel se sienta en las escaleras)

Mujer pobre: Oh duquesa de los pobres, vuestro pan no sólo alimenta a mis hijos, sino que también los sana. Mi hijo menor estaba con fiebres y al poner un pedazo del pan que me dísteis entre sus labios sanó y pidió más. Señora, si pudiérais darme otro para hoy.

Isabel: Tomad, mujer, Tomad, y no temáis pedir, y venid todos los días; si no pudiera yo, mis doncellas os lo darán. Y decid a vuestros hijos que guarden siempre la voluntad de Dios. Decidselo

(La mujer besa sus pies y se va)

Hombre con lesiones: Oh duquesa de los pobres, estoy enfermo y nadie me acoje, llevo días caminando hasta encontraros, porque por todas las regiones dicen que quien viene a vos no se va sin auxilio.

Isabel: He mandado construir un hospital que muy pronto podrá albergaros a vos y a muchos más. pero mientras tanto....

(A Sus dondellas): Gutta, Insertrudis, acompañad a este hombre hasta los aposentos del duque, podrá quedarse al menos por un mes.

Gutta: Señora, no podemos hacer tal cosa, El duque no lo consentiría. Esto es ya demasiado.

Isabel: Gutta, haced lo que os pido, podrá quedarse durante un mes. Pido a Dios que para entonces ya tengamos terminado el Hospital. Y yo me hospedaré con vosotras dos, en vuestros mismos aposentos.

Insertrudis: Señora, no hacéis bien, no hacéis bien, ¡no hacéis bien!!!.

Mujer pobre 2: Señora, en mi familia no hay amor porque nos falta Dios; yo sé que Dios me ama porque vos me lo hacéis ver, en mi casa no puedo ver que Dios nos ame. Y me gustaría tanto que fuesemos una familia unida...

Isabel: (A sus doncellas): Gutta, Insertrudis, vayamos a casa de esta mujer, debemos llevar a Dios a los lugares donde no lo ven.

Gutta: Señora, no debéis salir, estáis débil.

Isabel: estamos con Dios, vayamos.

(salen en una dirección, un franciscano se sitúa en el medio, Isabel , Gutta e Insertrudis se van acercando y al llegar donde está el fraile se paran a cierta distancia para escuchar. El fraile está hablando al pueblo)

Fraile: El secreto de la felicidad es llevar una vida sencilla, ¿para qué sirve atesorar, ¿para qué sirve ambicionar? Mirad los pájaros del cielo, trabajan día a día por conseguir el alimento de cada día, y no necesitan acumular porque Dios les da cada día su alimento. Dios se preocupa de sus criaturas y vosotros sois su criatura preferida.

Isabel: (A sus doncellas) Venid acerquémonos,

Isabel: Hermano, habláis de Dios y habláis de una vida sencilla. Vuestra palabra me resulta extraña como también vuestra vestimenta.

Fraile: Señora, hablo de lo que un penitente de Asís, llamado Francisco, ha descubierto en mi vida, quisiera compartir con todos la felicidad que he encontrado.

Isabel: Habladme de vos, ¿quién os envía, de dónde sois?.

Fraile. Soy de la Toscana, pero pertenezco a la comunidad de Hermanos Menores de Asis. ¿conocéis a Francisco, el de Asis?. El nos ha enviado a vivir el evangelio por el mundo adelante.

Isabel: Nunca oí hablar de él, pero vos me hablarés ¿verdad? (Se sientan en el medio)

Narrador: Y hablando les sorprendió el atardecer. Cada uno de los dos hablaba de sus amores y resulta que ambos hablaban de lo mismo: Dios y los pobres. Aún vivía San Francisco cuando Isabel de Hungría conoció a los hermanos menores.

Isabel de Hungría, tras conocer a los Hermanos Menores, se siente tan impresionada por su modo de vida tan austero, que nunca piden sino pan para comer, que decide construirles un convento en Eisenach, para que cuando les toque ir a predicar por aquellas tierras, tengan donde hospedarse. Pero tan rápido creció la Orden que desde el primer momento quedó allí una comunidad estable.

Isabel: ¿cómo puede una mujer vivir como vive Francisco, como vivis vosotros?

Fraile: Son ya muchas las mujeres que viven como Francisco. Muy poco después de que Francisco comenzase este modo de vida se le unió Clara, lo dejó todo, y se fue a fundar un monasterio donde vivir sólo para Dios, en la mayor pobreza. Oh!, si conocieras a Clara.

Isabel:¿ Y yo podría vivir como Clara?.

Fraile: Vos sois la duquesa de Turingia, Tenéis marido e hijos, no quiere Dios que los abandoneis, Pero podéis vivir como viven los Hermanos de la Orden Tercera. Desde el primer momento había muchos que querían, como quereis vos, vivir como vive Francisco, pero no podían abandonar su compromisos en el mundo, por eso Francisco fundó para ellos una Orden de seglares.

Isabel: Hermano, Yo quiero fundar esa Orden aquí en mi pais. Mi marido también lo querrá. Todos en mi casa ya somos franciscanos desde ahora mismo. Continuaremos hablando. He de volver al Castillo. Mis hijos me necesitan. Hasta mañana, Hermano.

Narrador: Isabel continuó ejerciciendo su misión como duquesa y madre. Hasta que un día, llegó la terrible noticia, el duque había muerto en las Cruzadas. Esta noticia la sumió en una enorme tristeza, que sólo la fe en Dios, la alegría de sus hijos y el apoyo de los franciscanos le permitieron superar. Tendría unos 20 años cuanto esto le pasó.

A la muerte de su marido un sector de la corte revive sus hostilidades hacia ella y en 1227 salta la revuelta palaciega donde los hermanos del difunto duque toman parte en ella. Isabel y sus tres hijos junto con sus doncellas Gutta e Insertrudis son expulsadas del castillo sin dejarles llevar más que lo puesto.

Isabel:(caminando por el centro): Pido, por la caridad de Dios, algún lugar para pasar la noche, un trozo de pan para los niños.

Vecina: Señora, acercaos, dejaré caer este bollo por el camino, y lo recogeréis como que no me doy cuenta. Nos han prohibido ayudaros. Despojarán de todo a quien os acoja en su casa. Lo siento, Señora, lo siento (y se va corriendo y deja caer la bolsa de comida).

(Isabel y sus dondellas recogen el pan del suelo)

Isabel: (llamando al convento franciscano que ella misma había fundado). (Cuando le abren dice:)
Por la caridad de Dios, podríais acojer a una viuda desamparada en vuestra casa.

Fraile: Mi Señora, vos??, vos que todo me lo habéis dado, a mí y a los pobres, pidiendome caridad.??? Todo lo que tengo es vuestro, lo sabéis, pero decidme, qué os ha ocurrido para venir de esta manera?.
Pasad, pasad.

Narrador: Isabel, y sus doncellas y sus hijos vivieron durante algún tiempo hospedados por los frailes. Isabel tenía que alimentar a sus hijos, Hermann de 4 años, Sofía, de 2 años y un tercero del que no sabemos el nombre. Para ello se pusieron a trabajar dedicandose a la utilización de la rueca. Lo que para Isabel debió de suponer tan gran humillación, muy pronto se tornó en una hermosa lección de humildad y de sabiduría. Siempre ayudó a los pobres con todo su amor, pero nunca se había sentido como una más entre ellas. Ahora podía comprender cuánto agradece un pobre cada gesto de caridad para con él.

Las noticias de Turingia pronto llegaron a Hungría, donde Isabel había dejado su familia natal. Una tía suya, era abadesa en un convento. Ensiguida mandó emisarios a buscar a su sobrina y doncellas y a los niños, que se fueron todos para Hungría. Otro pariente, llamado Oteo, príncipe y obispo de Bavaria, se encargó de su sobrina, les regaló para vivir el castillo bávaro de Pottenstein. Este pariente quiso que Isabel casase de nuevo, y se la ofreció por esposa al Emperador Federico II. Pero Isabel no aceptó.

Cuando regresaron los caballeros de la cruzada, estos obligaron a los hermanos del duque de Turingia que había usurpado el Ducado a Isabel, a reconocer los derechos legítimos de sucesión que tenían Isabel y sus hijos;

Cruzados: a Isabel: El Ducado os corresponde a vos y a vuestros hijos, recuperad el trono que injustamente os usurparon

Isabel: Siempre amé a los pobres porque pensaba que el Señor Dios me pedía ser caritativa con ellos, pero ahora he comprendido que no le basta al Señor Dios que sea buena con los pobres sino que quiere de mí que sea una mas entre los pobres. Renuncio a todos mis derechos en favor de mi hijo Hermann y renuncio a la posesión de todos mis bienes, sólo me guardaré la casa en que viví de niña para darsela en propiedad a las que hasta ahora fueron mis doncellas. Yo me voy a vivir al hospital que mandé edificar para los pobres: esa será mi casa desde ahora.

Narrador:
Se le unieron muchas mujeres e incluso dispusieron de una regla de la Tercera Orden y con el tiempo se les llamó 'las isabeles', que aún existen hoy día.
Murió a los 24 años, vestida con el hábito franciscano, un 17 de noviembre de 1231.
Cuatro años después fue canonizada por el Papa Gregorio IX el 26 de mayo de 1235. Fue la primera terciaria canonizada.


2.- TRIDUO A STA ISABEL DE HUNGRIA: (15-16-17 Noviembre)

RITOS INICIALES

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo

R. Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

SALUDO INICIAL

Amada Santa Isabel,
buena, amable, ardiente, fiel.

Tan amante y tan amada
del duque fuiste en tu hogar
que viniste a resultar
delicia de enamorada.

Mas, en tu enamoramiento
no olvidaste a los demás,
y quisiste tanto o más
a los de más sufrimiento.

Amor de manos piadosas,
amor de entrega y constancia,
amor de humilde elegancia,
amor coronado con rosas.

Buena hermana del dolor,
cuando vino a tí llamando,
le recibiste cantando
el Te Deum de tu amor.

Hasta la muerte, que espanta,
la amaste como a una hermana,
gozosamente abandonada
en el Dios que de tus hijos guarda.


Oración. Oh alto y glorioso Dios
ilumina las tinieblas de nuestro corazón,
y danos fe recta,
esperanza cierta,
caridad perfecta,
sentido y conocimiento
para cumplir tu santo y veraz mandamiento.



Lectura Franciscana.
Propia para cada día. (al final)


ORACION DE LOS FIELES.

Pedimos por todos los que viven su fe en medio de las preocupaciones propias de una familia, de un trabajo, de la sociedad en que vivimos; para que en todo momento sientan la cercanía de Dios y le tengan presente en sus decisiones y en sus acciones. Oremos.

Pida cada uno la gracia que desea alcanzar.

PadreNuestro

Oración. Oh Dios que concediste a santa Isabel de Hungría la gracia de reconocer y venerar en los pobres a tu Hijo Jesucristo, concédenos, por su intercesión, servir con amor infatigable a los humildes y atribulados y ser en medio de nuestro mundo un testimonio vivo de tu amor por los hombres,


LECTURAS para los tres días.

Primer día
Lectura Franciscana.
Del Testamento de San Francisco.


¡Oh cuán dichosos y benditos son los hombres y mujeres que viven como Dios lo quiere y perseveran en ello!. El Espíritu de Dios se posará sobre ellos y permanecerá con ellos. Son hijos del Padre celestial, prometidos , hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo. Somos sus prometidos cuando el alma fiel se une a él por el Espíritu Santo; somos sus hermanos cuando cumplimos la voluntad del Padre celestial; somos sus madres cuando lo llevamos en nuestro corazón y nuestro cuerpo y cuando lo alumbramos por nuestras obras santas. ¡Oh cuán glorioso es, cuán santo y grandioso es tener a un padre en lo cielos!. ¡Oh cuán santo y dulce, delicioso, qué humildad y paz produce, dulce, amable, y por encima de todas las cosas preferible, tener un hermano y un hijo como nuestro Señor Jesucristo!.


Segundo día
Lectura Franciscana.
De la Carta Segunda a todos los fieles.


Amemos a Dios y adorémoslo con puro corazón y mente pura, porque esto es lo que sobre todo desea cuando dice:' los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad'.
Debemos también confesar todos nuestros pecados al sacerdote y recibamos de él el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Quien no come su carne y no bebe su sangre no puede entrar en el reino de Dios. Hagamos ademas, frutos dignos de penitencia. Y amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Y si alguno no quiere amarlos como a sí mismo, al menos no les haga el mal, sino hágales el bien.

Los que han recibido la potestad de juzgar a otros, ejerzan el juicio con misericordia, como ellos mismos desean obtener misericordia. Tengamos, por tanto, humildad y caridad; y hagamos limosna porque ésta lava las almas de las manchas de los pecados. Los hombres pierden todo lo que dejan en este siglo pero llevan consigo la recompensa de la caridad que hicieron, por las que recibirán del Señor premio y digna remuneración.


Tercer día
Lectura Franciscana.
Del Testimonio de Conrado de Marburgo, director espiritual de Isabel de Hungría


Tenía la costumbre de visitar personalmente a todos sus enfermos, dos veces al día, por la mañana y por la tarde, curando también personalmente a los más repugnantes, y les daba de comer, les hacía la cama, los cargaba sobre sí y ejercía con ellos otros deberes de humanidad; y su esposo, de grata memoria, no veía con malos ojos todas estas cosas. Finalmente, al morir su esposo, ella, aspirando a la máxima perfección, me pidió con lágrimas abundantes que le permitiese ir a mendigar de puerta en puerta.

En el mismo día del Viernes Santo, mientras estaban desnudos los altares, puestas las manos sobre el altar de una capilla de su ciudad, en la que había establecido frailes menores, estando presentes algunas personas, renunció a su propia voluntad, a todas las pompas del mundo y a todas las cosas que el Salvador, en el Evangelio, aconsejó abandonar. Después de esto, viendo que podía ser absorbida por la agitación del mundo y por la gloria mundana de aquel territorio en el que, en vida de su marido, había vivido rodeada de boato, me siguió hasta Marburgo, aún en contra de mi voluntad: allí en la ciudad, hizo edificar un hospital en el que dio acogida a enfermos e inválidos, sentando a su mesa a los más míseros y despreciados.
Afirmo que raramente he visto a una mujer que a una actividad tan intensa juntara una vida tan contemplativa.



Saludo y Oración de San Francisco a las Virtudes.


Salve, reina Sabiduría, el Señor te salve con tu hermana la santa pura sencillez.
Señora Santa Pobreza, el Señor te salve con tu hermana la santa Humildad.
Señora santa Caridad, el Señor te salve con tu hermana la santa Obediencia.
Santísimas virtudes, a todas os salve el Señor, de quien venís y procedéis.
Casi nadie en el mundo entero puede poseer realmente a una de vosotras antes de su muerte. Quien posee una y no ofende a las demás, posee a todas; y quien ofende a una no posee ninguna y ofende a todas; y cada una de vosotras ahuyenta los vicios y los pecados.