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CARTA CON OCASIÓN DEL OCTAVO CENTENARIO
DE LA FUNDACIÓN DE LA ORDEN. 1209

A TODOS LOS HERMANOS Y HERMANAS

Queridos hermanos, queridas hermanas. El Señor os dé la paz.

El 8 de diciembre pasado os escribí presentándoos el proyecto “La gracia de los orígenes”, aprobado por el Definitorio general para conmemorar el VIII Centenario de la fundación de la Orden. Hoy me acerco de nuevo a vosotros para anunciaros que el inicio de la primera etapa de dicho proyecto y, con él, EL INICIO DE LAS CELEBRACIONES DEL VIII CENTENARIO SERÁ EL DÍA 29 DE OCTUBRE DE 2005.

Esta primera etapa durará todo el año 2006. El Definitorio general ha pensado en esta fecha por coincidir con la clausura del II Congreso
Internacional de Maestros de Novicios O.F.M., que se celebra durante este mes de octubre en Santa María de los Ángeles, la Porciúncula (Asís). Los actos previstos para iniciar dicha etapa son dos. El día 28, a última hora de la tarde, haremos una peregrinación desde la Basílica de Santa Clara (Asís), donde las Hermanas Clarisas custodian desde hace siglos el Crucifijo de San Damián ante el cual oró tantas veces san Francisco, hasta la Iglesita de San Damián, donde terminaremos con una vigilia de oración.

El día 29 a las 11, 00, en la Basílica de Santa María de los Ángeles (Asís), tendremos la solemne celebración de la Eucaristía, al final de la cual se hará entrega de una reproducción del Crucifijo de San Damián a los hermanos allí presentes, tal como se sugiere en el proyecto “La gracia de los orígenes”.
En ambas celebraciones participarán, junto con los miembros del Definitorio general, todos los participantes al II Congreso de Maestros de Novicios O.F.M. y los hermanos llegados a Asís para tal ocasión.
Todos los hermanos y hermanas serán bienvenidos/as a dichas celebraciones, especialmente a la Eucaristía del 29. Soy consciente, sin embargo, que pocos podrán estar físicamente presentes en Asís ese día a causa de las distancias. A todos y a todas, sin embargo, pido vuestra oración por el éxito del Centenario. Por otra parte, ruego a todos los Ministros y Custodios que programen en sus respectivas Entidades una celebración especial para iniciar esta primera etapa del Centenario, tal como prevé el proyecto “La gracia de los orígenes”.
Esta primera etapa del Centenario está centrada, como bien sabéis, en el tema del discernimiento. Siempre, pero especialmente durante el año 2006, todos los hermanos estamos invitados a realizar un análisis profundo (sentido etimológico de discernimiento) de la situación en que nos encontramos, tanto a nivel personal como institucional, para elegir lo que es bueno según el querer de Dios, los criterios del Evangelio y la “forma vitae” que prometimos observar fielmente el día de nuestra profesión, y plasmarlo luego en un proyecto coherente de vida personal y fraterno, objetivo del año 2007, conscientes que sólo así podremos celebrar con gozo el don de nuestra vocación, objetivo previsto para el 2008-2009. Este análisis/discernimiento, para que nos lleve a una renovación profunda de nuestra vida y misión, objetivo final del análisis/discernimiento ha de ser realizado desde la fe y en actitud de escucha obediente a las inspiraciones del Señor. En este contexto os recuerdo algunos medios que se han de privilegiar tanto en la vida personal como fraterna durante este año.

La oración.
Una oración prolongada, sin reloj, y “afectiva”, como la de Francisco (cf 2 Cel 95). Una oración “vinculante”, a través de la cual podamos comprender que Dios bendice (decir bien) nuestras opciones (cf Gn 32, 27).
La escucha atenta de la Palabra de Dios. Una escucha sapiencial e interpelante, que nos lleve a acoger la Palabra como alimento para la vida y para el camino diario. Una escucha que nos lleve a la obediencia, a la apertura incondicional y a la plena disponibilidad a las exigencias de la Palabra, y, de este modo, podamos decir con Francisco: “Esto es lo que quiero, esto es lo que pido, esto es lo que deseo
cumplir con todo mi corazón” (1 Cel 22). La escucha de cuanto nos dice y pide la Iglesia, en cuanto Hermanos Menores y consagrados.
La Iglesia, a la que deseamos amar como la amó Francisco (cf 2 Regla 12, 4; Testamento de Siena 5), es el espacio vital en el que, como Hermanos menores, queremos vivir el Evangelio (cf CCGG 1, 1). Es necesario, por tanto, escucharla desde una actitud de“obediencia caritativa” (cf Adm 3).

La escucha de cuanto nos dice y pide Francisco.

Hemos profesado “seguir incesantemente a Cristo en el mundo actual según la forma de vida y la Regla de san Francisco” (CCGG 126). Esto nos exige una escucha reverente y cordial de nuestro padre y hermano el Poverello de Asís, para poder ordenar nuestra vida según su “forma vitae” (cf CCGG 6, 2) y“observar siempre la vida y Regla de los Hermanos Menores” (CCGG 5, 2). La escucha del Señor en los signos de los tiempos (cf Lc 12, 56), a través de los cuales nos sentimos interpelados por el Señor de la historia y llamados a dar una respuesta en cuento Hermanos Menores. En este momento de gracia que vamos a iniciar, el Señor nos invita a escuchar su voz en los acontecimientos de
la historia y a detectar su presencia siempre actuante.
Como nos recuerda el documentos final del Capítulo general de 2003, por nuestra parte, los signos de los tiempos “requieren reconocimiento, lectura, interpretación y juicio a nivel personal y en el seno de la fraternidad” (Sdp 6).
Para nosotros Hermanos Menores el discernimiento y la escucha han de hacerse ciertamente a nivel personal pero también en diálogo con los hermanos.
Es por ello que pido a cada hermano el que privilegie en su propia vida momentos prolongados de retiro y de encuentro consigo mismo (“moratorium”), preguntándose una y otra vez “Señor, ¿qué quieres que haga?”, como lo hizo Francisco hace ahora precisamente 800 años. Pido también a los Ministros, Custodios y Guardianes que programen y fomenten todo tipo de encuentros de reflexión fraterna,
tanto a nivel local como provincial, en los que todos nos sintamos motivados a preguntarnos: “¿Qué hemos de hacer hermanos?” (Hch 2, 37) y en los que, en clima de gran familiaridad (cf 2 Regla 6, 7-8), sea posible una confrontación serena y fraterna que nos acerque lo más posible a la objetividad de las situaciones que hemos de analizar y a asumir lo que agrada al Señor y lo que es bueno para la fraternidad.
El Capítulo de Pentecostés 2003 nos recordaba la urgencia de “acoger el Espíritu”, de “nacer de nuevo” (Jn 3, 3) y de “no domesticar las palabras proféticas del Evangelio para adaptarla se un estilo de vida cómodo” (cf El Señor os dé la paz 2). El Señor nos ofrece este tiempo de gracia, esta ocasión propicia para convertirnos. Sepamos acogerla, tanto a nivel personal como fraterno.

Y para terminar os pido a todos/as que oréis por el fruto de esta primera etapa del Centenario con esta u otra oración:
“Oh alto y glorioso Dios”,
al celebrar “la gracia de los orígenes”, queremos mirar a Francisco, a Clara, a los hermanos y hermanas que nos precedieron. Por ellos y por todo el bien que has derramado sobre nuestra Orden y sobre nuestra Familia en estos 800 años de historia y de gracia: todo honor y toda gloria a ti que eres el bien, todo bien, sumo bien (cf AlD 3). Al mismo tiempo queremos reproducir con audacia la creatividad y la santidad de Francisco (cf VC 37); queremos recordar y contar la gran historia de nuestra Fraternidad, pero sobretodo queremos escribir el tramo de historia que nos corresponde (cf VC 110); queremos cantar las obras de nuestros antepasados, pero especialmente queremos inspirarnos en ellas para hacer la parte que nos corresponde en este momento de gracia que nos ha tocado vivir (cf Adm 6); queremos ser memoria del pasado, pero sobre todo profecía del futuro (NMI 3). Por ello te pedimos:

“Ilumina las tinieblas de nuestro corazón”:
• para que distingamos lo que viene del Espíritu y lo que le es contrario (cf 1 Ts 5, 21);
• para que sintamos la urgencia de la conversión, tanto a nivel personal como institucional;
• para que volvamos a lo esencial de nuestra experiencia de fe y de nuestra espiritualidad;
• para que podamos leer e interpretar a la luz del Evangelio los signos de los tiempos (cf Lc 12, 56).

“Danos fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta”:
• para no caer en la tentación de la resignación, de instalarnos, de repetirnos, de anular los sueños más profundos y de perder poco apoco la alegría de nuestra fe;
• para no domesticar las palabras proféticas del Evangelio y adaptarlas a un estilo de vida cómodo;
• para que no desoigamos tu voz en los acontecimientos de la historia: el grito que nos viene del mundo de los excluidos, de la muerte de tantos inocentes y de tantas personas golpeadas por la injusticia, manipuladas y marginadas.

Danos “sentido y conocimiento Señor para cumplir tu santa y veraz voluntad”, de tal modo que podamos:
• nutrir con la fuerza liberadora del Evangelio a nuestro mundo fragmentado y hambriento de sentido, tal como hicieron en su tiempo Francisco y Clara de Asís;
• ser signos legibles de vida para un mundo sediento de un “cielo nuevo y una tierra nueva”(Is 65, 17);
• dar a luz una nueva época en la que todos puedan acercarse hacia la paz y el bien ;
• elaborar y llevar a cabo nuevos proyectos de evangelización para las situaciones actuales.


Padre bueno:
Haz que a la escuela del Evangelio asimilemos los sentimientos de tu Hijo y aprendamos a seguirlo fielmente.
Señor nuestra riqueza: Confírmanos en la fidelidad a tu Evangelio. Espíritu Santo consolador:
Haz que nuestra Orden mantenga siempre vivo y operante el anuncio misionero del Evangelio. “Virgen hecha Iglesia”: Alcánzanos de tu Hijo la gracia de volver a lo esencial de nuestra forma de vida. Padre y hermano Francisco: Vela constantemente por estos hijos tuyos. Amén.


Fraternalmente
Roma, 4 de octubre de 2005
Solemnidad de nuestro padre san Francisco
Fr. José Rodríguez Carballo, ofm
MinistroGeneral