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XXV Marcha franciscana a Asis

EL DON EN TU HISTORIA

El Ministro General a los jóvenes de la XXV Marcha Franciscana a Asis

S. María de los Ángeles, 2 de agosto 2005

Queridos jóvenes:

¡El Señor os dé Paz!
Estoy feliz de acogeros una vez más en la Porciúncula, aquí en Santa María de los Ángeles, y de deciros, en nombre de Francisco, de todos los Hermanos Menores que custodian este lugar santo, de los Franciscanos de Italia y del mundo: Sois bienvenidos a la celebración de la fiesta del Perdón del 2005.

Está ya por concluir la Marcha Franciscana de este año, que tiene como lema: «el don en tu historia». Jesús, el don más grande que nos hizo el Padre, se hace don para ti, para mi, para todos nosotros. Jesús, nuestro hermano, se hace también amigo y compañero de viaje, como un día lo hiciera también con los discípulos de Emaús. En Él, Dios se hizo «Dios con nosotros» y por nosotros.

Ahora somos nosotros los que tenemos que abrir los ojos, sobre todo los ojos del corazón, para reconocerlo a nuestro lado. Nos corresponde reconocerlo en los momentos de alegría y de dolor, cuando el sol brilla en nuestra vida y en nuestros corazones, y cuando todo parece ser oscuridad.

Pero para reconocerlo son necesarias dos cosas: primero haberlo encontrado, y después dejarse interrogar, pro-vocar por Él. Desde este contexto os hago la pregunta que Jesús dirigiera un día a sus discípulos: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16, 15). Ante esta pregunta, que cada uno de nosotros debe sentir dirigida a sí mismo, no es posible presuponer las respuestas.

¿Quién es Jesús para ti?

- ¿Es tal vez una ideología? ¡Las ideologías pasan!
- ¿Es tal vez un líder? Los líderes se siguen con entusiasmo. ¿Cuál es el grado de entusiasmo en tu seguimiento de Jesús?
- ¿Es tal vez un maestro? Los maestros se escuchan con atención y obediencia. ¿Cómo escuchas a Jesús?
- ¿Es tal vez un amigo? A los amigos se le confían las cosas profundas de la propia vida. ¿Cómo es tu relación con Él?
- ¿Es tal vez el Señor? Al Señor se dona el corazón; se promete adhesión, seguimiento. ¿Quién ocupa tu corazón? ¿Cuál es tu tesoro? ¿A quién sigues?

En el evangelio Jesús se presenta como «el camino, la verdad, y la vida» (Jn 14, 6), como «la puerta» (Jn 10; 7,9), «el pastor» (Jn 10; 11,14), «la vid» (Jn 15; 1,5). ¿Qué resonancias tienen en tu vida estas expresiones? ¿Con cuáles te identificas? ¿Qué desafíos te proponen?

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente» (Lc 10, 27). Pero amar con todo el corazón es posible solo si uno se encuentra realmente con Él, hasta «enamorarse» de Él. «Me has seducido, Yahvé, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido» (Jr 20, 7). Me permito dirigirme nuevamente a tu corazón y preguntarte: ¿has encontrado alguna vez de verdad el Señor? Los discípulos se han encontrado con Él y recordarán por siempre la hora precisa… (cf. Jn 20, 39). Como consecuencia de tal encuentro dejaron todo… La Samaritana dejó su cántaro (cf. Jn 4, 28), el paralítico dejó su camilla ( cf. Jn 5, 9), para Francisco lo que antes le resultaba amargo se cambió en dulzura (cf. Test 3). Estas son las consecuencias del encuentro con Jesús. Y en ti ¿qué sucede?

«El don en tu historia». Queridos jóvenes, están llamados a descubrir a Jesús en vuestras vidas, para hacer de su proyecto de vida, del Evangelio, vuestro proyecto de vida personal. Aquí en la Porciúncula, el Señor reveló a Francisco el proyecto evangélico que el Poverello abrazó con todo su corazón. Son bien conocidas las palabras que Francisco pronunció después de haber escuchado el Evangelio de la misión: «Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica» (1C 22).

Todavía una pregunta más: ¿Que cosa te pide el Señor? Jesús te pide todo, porque te ha dado todo. Te pide un corazón disponible y obediente, donde su voluntad encuentre acogida, y su palabra alguien que la escuche. Te pide que como María, la Virgen de Nazaret, la mujer del corazón libre, pobre y disponible, tu le digas con fe: «Aquí estoy, se cumpla en mi…». O como el profeta Isaías: «Aquí estoy, envíame…». ¿Qué te pide Jesús en la situación concreta en que vives? ¡Piénsalo!

Pero luego… ¡ponte en camino!
- ¿Estás cansado? «Levántate y come, pues el camino ante ti es muy largo» (1 R 19, 7).
- ¿Te sientes débil y te faltan las fuerzas? Jesús te dice: «Mi gracia te basta» (1 Co 12, 9).
- ¿Ríen de ti? Como Pablo estas llamado a responder: «…sé bien en quién tengo puesta mi fe» (2 Tm 1, 12), y «todo lo puedo en aquel que me da fuerzas» (Flp 4, 13).
- ¿Te parece imposible? «No hay nada imposible para Dios» (Lc 1, 37).
- ¿Sientes miedo? Abre las puertas de tu vida a Cristo, que te dice: No temas, yo estoy contigo…»

«Los ideales son como las estrellas -dice Carl Schurz- que nunca alcanzaremos, sin embargo como sucede a los marineros, gracias a ellas logramos trazar nuestro camino». Vive con los pies en la tierra, pero sin dejar de soñar, sin renunciar a ser profeta.

Se cuenta que un día el abate Lot fue a visitar al abate José y le dijo: «Padre, por cuanto puedo, observo una regla recta, hago muchos ayunos, practico un poco de oración y meditaciones, observo el silencio, y en la medida de lo posible, intento mantener mi pensamiento limpio. ¿Qué otra cosa debería hacer?». El viejo monje se puso de pie, alzó las manos al cielo, y sus dedos se transformaron en diez luminosas antorchas. Entonces dijo: «¿por qué no te transformas en fuego?». ¿Por qué no te transformas en otro Cristo? Transformarse en fuego, reavivar la llama, ser otro Cristo, como lo fue Francisco, esta es la misión de cada cristiano, especialmente de vosotros jóvenes. ¡Ánimo, «no temáis, yo estoy contigo…»!

Fr. José Rodríguez Carballo, ofm

Ministro General