Carlos Amigo Vallejo
Hombre de corazón blanco
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Diario La Razón.
Septiembre 2006

 

El Papa defiende aquello que está en la esencia de vuestras más arraigadas creencias: el Islam es una religión de paz

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La providencia de Dios me llevó a vivir en la «casa del Islam» durante algunos años. Allí pude aprender muchas buenas lecciones sobre la fidelidad a Dios, la oración, el sentido trascendente de la existencia. En el diálogo de la vida, cristianos y musulmanes nos entendíamos cuando juntos mirábamos a Dios. Una expresión que solían usar mis hermanos musulmanes, para resaltar la bondad de una persona, era la de que ese hombre o esa mujer tenía un «corazón blanco», transparente, sencillo, generoso, sacrificado. De una persona de «corazón blanco» siempre se podía esperar lo mejor. Podéis estar bien seguros, queridos hermanos musulmanes, que Benedicto XVI es un hombre de «corazón blanco» y que difícilmente vais a encontrar una persona, revestida de tanta autoridad espiritual, que esté más a vuestro lado defendiendo las causas justas, acercándonos unos a otros, tendiendo puentes para que podamos entrelazarnos en el más sincero y fraterno abrazo.

Si algunas palabras del Papa pudieran haberos hecho sufrir, no lo dudéis en un momento: no sólo fueron mal interpretadas, sino con intereses que en nada contribuyen a la paz. Debéis ver las palabras de Benedicto XVI con el valor de sus gestos. Desde el primer momento de su pontificado no ha dejado de tener las más sinceras expresiones de valoración y afecto a cuantos sinceramente buscan a Dios. En Benedicto XVI tenéis un buen amigo. Su conducta con vosotros lo demuestra cada día afirmando el convencimiento de que el diálogo entre cristianos y musulmanes no es algo ocasional, sino una necesidad vital, de la cual depende en gran parte el futuro. Así se lo dijo en Colonia a los representantes de las comunidades musulmanas.

Algún párrafo del discurso de Ratisbona fue sacado de contexto y quisieron que el Papa dijera todo lo contrario de lo que pretendía afirmar. Las palabras que posteriormente Benedicto XVI os ha dirigido, no han podido ser de mayor humildad, al mismo tiempo que expresan su respeto y afecto a los musulmanes. El Papa es un hombre de «corazón blanco», es vuestro amigo, podéis confiar en él, entre otras cosas porque defiende aquello que está en la esencia de vuestras más arraigadas creencias: el Islam es una religión de paz.

Desde los primeros días de su pontificado, Benedicto XVI expresó su aprecio a la comunidad musulmana y el deseo de que hubiera un continuo progreso en el diálogo entre cristianos y musulmanes, asegurando el empeño de la iglesia por construir puentes de amistad y buscar el verdadero bien de cada persona y de la sociedad entera. En varias ocasiones ha recordado la declaración del concilio Vaticano II que habla de la gran consideración con los musulmanes. Ha asumido el llamado «espíritu de Casablanca», recordando el encuentro de Juan Pablo II con jóvenes musulmanes en aquella ciudad marroquí en 1985. Benedicto XVI ha hecho suyo aquel mensaje y lo ha repetido en la entrevista con los representantes de comunidades musulmanas en Colonia: la Iglesia mira con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios y busca el camino de la comprensión mutua entre cristianos y musulmanes, defender y promover juntos la justicia social y la paz para todos los hombres. También ha sido Benedicto XVI quien no ha dudado en expresar el convencimiento de que el diálogo con los musulmanes forma parte de su compromiso al servicio de la humanidad. En el discurso de Ratisbona, Benedicto XVI no ha hecho sino reafirmar esta voluntad de diálogo y entendimiento con los musulmanes.

Como en algún momento ha tenido ocasión de escribir, la experiencia personal de Dios abre un fecundo camino de diálogo religioso y de amistad entre los hombres. Esa experiencia, unida a un profundo respeto y a la expresión libre de la propia fe, son elementos fundamentales para el encuentro. Ver más lo que une que aquello que distancia, con una actitud de creyentes, pues el diálogo comporta muchas exigencias espirituales y, si se quiere ser testigos auténticos de la fe, sólamente en una actitud abierta a Dios y a los demás se encontrará el verdadero camino.

Respeto y superación de la intolerancia están en la base de una buena convivencia. El diálogo es ante todo el de la vida cotidiana, en el cual domina el respeto recíproco, que es algo más que la simple tolerancia. El afecto de los corazones, el encuentro en la amistad, el esfuerzo común en la promo­ción de los valores humanos esenciales, el ejercicio práctico de la caridad, la promoción humana y social de las personas y el trabajo en favor de la paz son buenos y eficaces caminos para el diálogo.

Queridos amigos musulmanes, -es saludo repetido por Benedicto XVI- no tengáis duda alguna acerca del positivo aprecio del Papa hacia vosotros, es un hombre de «corazón blanco», que desea que el Dios misericordioso y compasivo os proteja, os bendiga y os ilumine siempre. El Dios de la paz conforte nuestros corazones, alimente nuestra esperanza y guíe nuestros pasos por los caminos del mundo. Éstos son los sentimientos del Papa hacia vosotros. Así lo dijo en Alemania. Así lo siente y lo demuestra con sus gestos y con sus palabras

CARLOS AMIGO VALLEJO , Arzobispo de Sevilla